Un paro que reveló una falla estructural
Durante las últimas semanas, hemos observado con preocupación cómo el paro del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) puso en evidencia una vulnerabilidad profunda del ecosistema agroalimentario chileno: la fragilidad de su institución más estratégica.
Desde fines de octubre hasta el 12 de noviembre, el país vivió una paralización que afectó la certificación sanitaria y fitosanitaria, la exportación de productos agropecuarios y el funcionamiento de plantas faenadoras en todo el territorio.
Las consecuencias fueron inmediatas y reflejan el nivel de dependencia que el país tiene respecto del funcionamiento del SAG:
El paro generó cuantiosas pérdidas económicas, estimadas en varios miles de millones de pesos y superiores a los US$ 8 millones en menos de un mes, mientras el propio SAG enfrenta un déficit presupuestario crítico que compromete su operatividad. A esto se sumó el impacto social: cerca de 1.000 trabajadores de plantas faenadoras vieron reducidos sus ingresos variables en hasta un 30%, evidenciando la profundidad y el alcance del problema.
Pero más allá de las cifras y de las cuantiosas pérdidas económicas que afectaron a productores, exportadores y trabajadores del sector, lo que este paro reveló es algo mucho más profundo: la vulnerabilidad de la seguridad alimentaria del país, la fragilidad de la estabilidad productiva y el impacto social sobre miles de familias que dependen diariamente del funcionamiento del sistema agroalimentario.
Asimismo, la detención del SAG tensionó la confianza internacional en nuestros procesos sanitarios y certificadores, un pilar fundamental del prestigio que Chile ha construido durante décadas en los mercados globales.
Un llamado que hicimos con anticipación
El pasado 24 de octubre, cuando se anunció la movilización nacional del SAG, desde Pensar Agro Chile advertimos públicamente el riesgo que esta situación representaba para toda la cadena agroalimentaria nacional.
En ese momento expresamos nuestra preocupación por el impacto que el debilitamiento institucional y presupuestario del SAG podría generar en la competitividad exportadora y en la imagen país.
“La estabilidad del SAG es una condición indispensable para garantizar la continuidad de las exportaciones, la protección del patrimonio fitosanitario y la seguridad alimentaria de Chile”. Cristian Muñoz, Presidente Pensar Agro Chile
Hoy, tras el conflicto y sus consecuencias, esta advertencia cobra aún mayor vigencia. El SAG no puede ser tratado como un servicio más, sino como una entidad estratégica del Estado, esencial para la proyección y estabilidad del agro chileno.
Una política de Estado, no una reacción temporal
Evitar que una situación como la vivida vuelva a repetirse requiere más que diálogo.
Requiere decisiones firmes, presupuestos realistas y visión de largo plazo.
El fortalecimiento del SAG no puede seguir dependiendo de parches administrativos o negociaciones anuales. Debe transformarse en una política de Estado, respaldada transversalmente por el Ejecutivo, el Congreso y el conjunto de actores del sector agroalimentario.
Chile aspira a consolidarse como un hub global de producción e innovación agrícola.
Para lograrlo, necesita un SAG moderno, con laboratorios actualizados, personal capacitado, estabilidad laboral e independencia técnica, capaz de responder a los desafíos sanitarios, comerciales y tecnológicos del agro del futuro.
Una propuesta país: el SAG como entidad estratégica
En coherencia con esta visión, en nuestra Hoja de Ruta de Pensar Agro Chile, incluimos como primera propuesta dentro del Eje Temático 1: Fortalecimiento Institucional y Modernización del Ecosistema Agrícola, el siguiente compromiso:
“Establecer al SAG como entidad estratégica para el país, fortaleciendo su presupuesto, modernizando sus laboratorios, capacidades, rol certificador y fiscalizador.”
Solo un SAG fortalecido, con financiamiento estable y capacidad de innovación, puede garantizar que Chile mantenga su estatus sanitario, su reputación exportadora y su posición de liderazgo en los mercados internacionales.
El mensaje es uno solo: no podemos permitir que vuelva a sucede
El paro reciente debe servir como una advertencia seria para las autoridades y el país: cuando el SAG se detiene, se detiene el agro.
Fortalecer al SAG no es solo una necesidad administrativa: es una inversión estratégica en competitividad, seguridad alimentaria, bienestar social y económico de la pequeña, mediana y gran agricultura, y reputación internacional.
Desde Pensar Agro Chile, reiteramos nuestra disposición a colaborar en todas las instancias que contribuyan a modernizar y fortalecer institucionalmente al SAG, garantizando así la continuidad del desarrollo agroalimentario nacional. 🌾🇨🇱


